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La Argentina del alto contraste

La columna dominical que abre el diario La Nación, escrita por Jorge Fernández Díaz, logra hacer una buena síntesis de lo que sucedió en la semana, de una manera periodística y ficcional, o al menos, con un maquillaje que tiñe la mediocre realidad nacional en algo digerible.

En la columna del día de hoy, "Cristina y el clientelismo artístico" trata el tema de cómo el gobierno a logrado adherencia (y al mismo tiempo lavado de cerebro) de una gran parte de los artista a través de contrataciones y subsidios millonarios, todos artilugios tan anti-éticos como ilegales.

Siento que en esta Argentina, a medida que pasa el tiempo, vamos perdiendo tonalidades, y nuestros ojos se van tiñendo de blanco o negro, y con ellos la realidad que nos rodea, sin capacidad de encontrar esos tonos intermedios que permiten delinear realidades complejas y diversas.  No soy de los que creen que todo esta perdido, pero si me apena mucho el tiempo que estamos perdiendo y con él se pierden generaciones. Después de todo, no será la primera vez que suceda, ni tampoco la primera vez que nos tropecemos con la misma piedra.

Vehículos alta gama en Argentina

Según informa La Nación, la Aduana Argentina bloqueó (o al menos demoró) la importación de autos y motocicletas de las marcas Audi, BMW y Mercedes Benz. En una economía tercermundista como la nuestra, la medida parece razonable. Lo que resulta incoherente es que la flota de automóviles del presidente sea precisamente Audi A6 y A8. Me pregunto: ¿no sería bueno que el presidente de el ejemplo? Después de todo… que le hace una mancha más al tigre.

Análisis de la noticia: salario versus ahorro

El sábado, La Nación publicó una nota en el suplemento económico que me llamó la atención. La nota se titula “Plan de emergencia del BCRA para distribuir más billete" y había una foto de la casa matríz del BAPRO en La Plata, geografía familiar por estar situada a muy pocas cuadras de mi casa. El epígrafe de la fotografía dice:

Una extensa fila de ahorristas espera poder retirar billetes en la casa central del Bapro en La Plata

A simple vista, ese epígrafe parece natural y “objetivo" sin embargo, para quienes conocemos mínimamente el funcionamiento de la economía local, suena sospechoso. Llamar a la gente que estaba en los cajeros ahorrista es, en el mejor de los casos, incorrecto. Esa gente es trabajadora del estado provincial y estaba buscando su salario, no sus ahorros. ¿Acaso el diario al nombrarlos ahorrista esta queriendo recordar la nefasta experiencia del corralito que vivimos los argentinos en 2001? Me cuesta creer que haya sido un error de la corresponsal platense por desconocer el funcionamiento de la economía de su ciudad.

Al buscar la nota en la edición online del diario, me llamó la atención que en la misma no figurara la fotografía ni tampoco su epígrafe. Esto me hizo reflexionar sobre lo que sucederá con nuestra memoria si el mundo se torna 100% digital. En este caso, como existe la edición de papel puedo adjuntar la foto de la misma para demostrar mi argumento. ¿Qué pasaría si sólo existiera la edición digital?

Los libros del año según adnCultura

Tal lo prometido, el suplemento cultural de La Nación publicó su lista de libros destacados del 2010. Los libros fueron ordenados alfabéticamente. La lista de los libros de narrativa es:

  • Al pie de la escalera. Lorrie Moore. Seix Barral.

  • Albucius. Pascal Quignard. El cuenco de plata.

  • Aquí empieza nuestra historia. Tobias Wolff. Alfaguara.

  • Blanco nocturno. Ricardo Piglia. Anagrama.

  • 120 historias del cine. Alexander Kluge. Caja Negra.

  • Correr. Jean Echenoz. Anagrama.

  • Contraluz. Thomas Pynchon. Tusquets.

  • Cuentos completos. Primo Levi. El Aleph.

  • Cuentos completos. Thomas Mann. Edhasa.

  • Cuentos reunidos. Kjell Askildsen. Lengua de Trapo.

  • Desarticulaciones. Sylvia Molloy. Eterna Cadencia.

  • Dóberman. Gustavo Ferreyra. Emecé.

  • El cementerio de Praga. Umberto Eco. Lumen.

  • El divorcio / El error. César Aira. Mansalva/Mondadori.

  • El don de la vida. Fernando Vallejo. Alfaguara.

  • El expediente Archer. Ross Macdonald. Mondadori.

  • El original de Laura. Vladimir Nabokov. Anagrama.

  • Ella. Daniel Guebel. Mondadori.

  • En el aire. Graciela Speranza. Alfaguara.

  • Grieta de fatiga. Fabio Morábito. Eterna Cadencia.

  • La humillación. Philip Roth. Mondadori.

  • La última noche en Twisted River. John Irving. Tusquets.

  • La vida eterna. David Grossman. Lumen.

  • La vida fácil. Richard Price. Mondadori.

  • Lisboa. Leopoldo Brizuela. Alfaguara.

  • Los amantes. John Connolly. Tusquets.

  • Los demonios. Heimito von Doderer. Acantilado.

  • Nocturnos. Kazuo Ishiguro. Anagrama.

  • Que el vasto mundo siga girando. Colum McCann. RBA.

  • Relatos reunidos. Hebe Uhart. Alfaguara.

  • Una vida de Pierre Menard. Michel Lafon. Lumen.

  • Verano. J. M. Coetzee. Mondadori.

adnCultura: el mercado editorial argentino

El suplemento dedica el dossier a este mercado que, solamente en nuestro país, comercializa 75 millones de ejemplares y factura más de 1.000 millones de pesos por año.

La nota contiene comentarios sobre la importancia del nombre del autor a la hora de decidir la publicación o no de un trabajo, la concetración que presenta la industria editorial (el 85% del mercado es manejado por 20 sellos) y la revolución que causa alla y aquí la digitalización y el auge de los ebooks. Además hace un pasaje por personalidades y sellos importantes del mercado editorial local.

Nada nuevo bajo el sol...

 Ha pasado la exaltación de los primeros días tras la revelación de los cables diplomáticos por wikileaks. Sin embargo, la discusión de fondo continúa. La Nación publica una pequeña pero elocuente nota de la periodista Juana Libedinsky.

Dice Juana Libedinsky:
No hay nada nuevo bajo el sol. No hay nada nuevo en decirlo, pero se vuelve particularmente relevante cuando se advierte que una de las descripciones más pertinentes que circulan sobre un fenómeno tan del siglo XXI como las revelaciones de WikiLeaks, en realidad, se encuentra en un cuento de la Inglaterra de principios de siglo XX.

El punto central es el mismo: que sea en la diplomacia contemporánea, en una fiesta eduardiana o en un harén, hay una cuota de hipocresía que es necesaria para que las relaciones humanas puedan seguir adelante. Y que cuando se levanta del todo ese velo, surgen serias tensiones, no porque los líderes políticos, personajes de la sociedad inglesa o sultanes y concubinas no supieran que, detrás de la fachada de cordialidad, son detestados, sino porque la expresión pública de este desagrado es el insulto que no puede ser fácilmente ignorado.

En El efecto Tobermory, Saki narra la historia del gato de una familia de la alta sociedad británica que, para sorpresa de todos, aprende a hablar durante un fin de semana en que la mansión está llena de invitados. Hasta ese momento, todos habían hablado delante del gato Tobermory sin medir sus palabras, y el animal comienza a repetirlas.

Por ejemplo, cuenta a todos que Lord y Lady Blemley, los dueños de casa, sólo invitaron a una señora de alta alcurnia que creía ser su íntima amiga porque no entendía nada de mecánica y quieren venderle su coche defectuoso. Otro ilustre huésped encuentra a los Blemley insufribles, pero aceptó la invitación porque tienen un buen cocinero. Así el gato va contando lo que unos decían a espaldas de los otros, creando una situación insostenible. A la mañana siguiente, aparece muerto.

La explicación oficial es que se debió a una pelea con el gato del presbítero del pueblo. La hipocresía cotidiana inmediatamente se recupera y las relaciones sociales vuelven a florecer. Después del almuerzo -cuenta Saki-, Lady Blemley le escribe una agresiva carta al religioso por la pérdida de su adorada mascota.

El futuro de Julian Assange, claro, todavía es una incógnita, pero quienes le encuentran un paralelo marcado con Tobermory tienen razón para preocuparse.
El relato de Saki se encuentra en dominio público en el Proyecto Gutenberg. Vínculo a la obra de Saki. Vínculo al cuento Tobermory.

Cultura diseñada para chicos, dossier de adnCultura

El suplemento del diario La Nación ha dedicado el dossier de la edición de ayer al fenómeno de productos culturales diseñado exclusivamente para niños. Me llamó la atención leer que los niños de 8 a 13 años definen el 43% de la agenda de consumo de toda una familia. Cómo ha cambiado nuestra sociedad!!! En mi niñez, que transcurrió hace ya un cuarto de siglo, debía pedir permiso para levantarme de la mesa luego del almuerzo o cena y guardar silencio cuando hablaban los adultos. Es grato ver que el tiempo no pasa en vano…

Destaco del texto de Ema Wolf:
El gran tema es, como en todas las cosas, poder discernir. Y poder discernir sin prejuicios. El espacio se lo van a proporcionar la educación escolar y el entorno. Con las limitaciones que ambos tienen, sabiendo que quien rodea al chico está condicionado a su vez por su propia educación. Si la familia consume Tinelli, ¿por qué preocuparse si sus hijos consumen Barbie?

Yo no le prohibiría nada a un chico, ni lo tendría en una jaulita alimentado a Borges. Trataría de abrirle todos los espacios posibles pero le enseñaría a acercarse críticamente a ellos, discutirlos, involucrarse en el valor de lo que recibe. Entonces vuelvo la mirada hacia la educación, por donde todos pasan: hay que reforzarla, hacerla más apta. Mi generación fue testigo y víctima del deterioro que se inició en el 66, más todo lo que nos pasó luego, que nos dejó mancados (ojo: no marcados), muy indefensos. Si no es la educación, no veo qué otra cosa puede romper ese vicioso ida y vuelta. No importa tanto, en definitiva, qué ponen delante de uno sino cómo podés pararte frente a eso, cuál es tu margen para discriminar.

Matrimonio gay y status quo

Es frecuente encontrar editoriales de La Nación con tinte conservador y moralistas. El editorial de hoy “El relativismo moral que nos rodea” no es la excepción y merece una reflexión. El debate de una posible ley que modifique el Código Civil para permitir el matrimonio entre personas del mismo género y las declaraciones públicas del jefe de gobierno porteño dando apoyo a la iniciativa ha causado cierto malestar en los claustros conservadores y religiosos del país.

Resulta llamativo el argumento sobre el cual se plantea la oposición a tal iniciativa:
“Afirmamos (…) que la imposibilidad de que dos personas del mismo sexo contraigan matrimonio obedece a que esa unión es absolutamente contraria a la naturaleza humana y opuesta a la razón. No se trata de una imposibilidad establecida por la ley: se trata de una imposibilidad impuesta por la naturaleza.”

¿Qué interpreta éste editorial por naturaleza humana? Si hacemos una lectura literal del término el mismo hace referencia al sustrato físico/biológico del hombre. Visto que el matrimonio es un contrato civil, pareciera no existir ninguna relación entre naturaleza humana y el contrato de matrimonio. Consecuentemente, no existe ningún impedimento natural para que dos personas, cualesquiera sea su sexo realicen un contrato civil de matrimonio.

Ahora, si dentro de la naturaleza humana el editorial incluye el sustrato sociocultural del hombre, entonces vuelve a ser importante remarcar el carácter contractual del matrimonio, el cual es regulado por una ley civil. Existen infinidad de contratos explícitos e implícitos en la sociedad. El hombre vive todos y cada uno de sus días inmersos en un complejo tramado de relaciones contractuales. La sociedad humana ha realizado modificaciones a sus contratos a lo largo de toda la historia. A modo de ejemplo mencionemos la gran cantidad de cambios sufridos sobre los contratos que regulan los derechos de propiedad. ¿Por qué tanto escándalo por un cambio más?

Pareciera ser que por naturaleza humana el editorial interpreta una serie de principios basados en la doctrina cristiana de moral y buenas costumbres. Es importante que la sociedad argentina deje de vivir anclada a viejos preceptos religiosos que representan a sectores reducidos y comience a legislar para todos y cada uno de sus habitantes, sin discriminar según su credo, religión o gustos individuales