Es frecuente encontrar editoriales de
La Nación con tinte conservador y moralistas. El editorial de hoy “
El relativismo moral que nos rodea” no es la excepción y merece una reflexión. El debate de una posible ley que modifique el Código Civil para permitir el matrimonio entre personas del mismo género y las declaraciones públicas del jefe de gobierno porteño dando apoyo a la iniciativa ha causado cierto malestar en los claustros conservadores y religiosos del país.
Resulta llamativo el argumento sobre el cual se plantea la oposición a tal iniciativa:
“Afirmamos (…) que la imposibilidad de que dos personas del mismo sexo contraigan matrimonio obedece a que esa unión es absolutamente contraria a la naturaleza humana y opuesta a la razón. No se trata de una imposibilidad establecida por la ley: se trata de una imposibilidad impuesta por la naturaleza.”
¿Qué interpreta éste editorial por
naturaleza humana? Si hacemos una lectura literal del término el mismo hace referencia al sustrato físico/biológico del hombre. Visto que el matrimonio es un contrato civil, pareciera no existir ninguna relación entre
naturaleza humana y el contrato de matrimonio. Consecuentemente, no existe ningún impedimento natural para que dos personas, cualesquiera sea su sexo realicen un contrato civil de matrimonio.
Ahora, si dentro de la naturaleza humana el editorial incluye el sustrato sociocultural del hombre, entonces vuelve a ser importante remarcar el carácter contractual del matrimonio, el cual es regulado por una ley civil. Existen infinidad de contratos explícitos e implícitos en la sociedad. El hombre vive todos y cada uno de sus días inmersos en un complejo tramado de relaciones contractuales. La sociedad humana ha realizado modificaciones a sus contratos a lo largo de toda la historia. A modo de ejemplo mencionemos la gran cantidad de cambios sufridos sobre los contratos que regulan los derechos de propiedad. ¿Por qué tanto escándalo por un cambio más?
Pareciera ser que por naturaleza humana el editorial interpreta una serie de principios basados en la doctrina cristiana de moral y buenas costumbres. Es importante que la sociedad argentina deje de vivir anclada a viejos preceptos religiosos que representan a sectores reducidos y comience a legislar para todos y cada uno de sus habitantes, sin discriminar según su credo, religión o gustos individuales